Chicago
Director: Rob Marshall
Actores: Renée Zellweger,
Catherine Zeta-Jones,
Richard Gere
IMDB Punt. 7.7(0)
Dura: 113
Año: 2002
Sinopsis: La promesa de la Ciudad del viento de ofrecer aventuras y oportunidades deslumbra a Roxie Hart, una actriz aparentemente inocente que sueña con que el baile y la canción le permitan abandonar su humilde vida. El mayor deseo de Roxie es seguir los dorados pasos de la artista de vodevil Velma Kelly. Roxie consigue su sueño cuando algunos actos equivocados acaban con la artista y la debutante en la cárcel, ambas acusadas de sendos asesinatos. Bajo el maligno cuidado de la guardiana Morton, Roxie consigue reunirse con el legendario abogado Billy Flynn que acepta el caso de Roxie a cambio de unos cuantiosos honorarios. La carrera de Roxie despega, con el disgusto de su mentor. Pero la astuta Señorita Kelly nos reserva algunas sorpresaspara el segundo acto. Salvo en muy contadas ocasiones, parece que el público actual ya no está para que los protagonistas de una historia se pongan de pronto a cantar. El musical es un género que languidece en los 60, tras el éxito de"West Side Story" y que muere casi definitivamente en los 70 con "Cabaret", de Bob Fosse. Luego vinieron otros intentos de revitalizarlo (el propio Fosse, por ejemplo, con "All that Jazz"), aunque poco se podía hacer ante unos espectadores que demandabanotro tipo de películas. En los últimos años se han producido sorpresas: "El otro lado de la cama" en el caso español y el rotundo éxito de "Moulin Rouge", aunque el musical de Baz Luhrman usa una estética de videoclip muy acorde con los gustos del público más joven y utiliza canciones muy populares que engancharon a un amplio público de varias edades. El principal escollo con que se encuentra un musical es esa distorsión que se produce cuando los personajes dejan de hablar y se ponen a cantar, ese cambio en la narración que a veces chirría y hace que las canciones parezcan estar metidas en la trama con un calzador. ¿Cómo eliminar ese problema? ¿Cómo conseguir que la transición entre una escena y otra se produzca con suavidad y de una forma natural? ¿Cómo lograr que el espectador acepte ese juego sin ningún tipo de rechazo? Solución: integrar los números musicales en la historia de tal forma que no exista esa separación entre lo hablado y lo cantado. De esta forma, los números no significan una interrupción, no hay un parón para que los personajes canten. La historia se mezcla y sigue avanzando al mismo tiempo que se desarrolla uno de esos números, y la canción describe y se complementa con la acción real. "Chicago" funciona de esa forma, y así tenemos secuencias en paralelo que son un prodigio de montaje cinematográfico, casi siempre aunando lo que ocurre en la realidad y lo que está en la cabeza del personaje que interpreta Renée Zellweger; para ella, una aspirante a cantante, la vida es un musical, y todo lo imagina en ese formato: la policía la enfoca en un interrogatorio y ella piensa que está bajo la luz de un escenario (la idea es brillante y está perfectamente plasmada), la protagonista asiste a una rueda de prensa y se convierte en un muñeco que es controlado por su abogado ventrílocuo (uno de los números más divertidos), su abogado la defiende con ahínco en el tribunal y ella le ve bailando claqué (montaje a ritmo de claqué que recuerda el asesinato de Dutch el Holandés en "Cotton Club"). "Chicago" está basada en un musical de Broadway de Bob Fosse, quien usaba el mismo tipo de construcción narrativa en "All that Jazz" (Roy Scheider era un coréografo que incluso veía su propia muerte cantada desde un escenario). La herencia de Bob Fosse (quien intentó llevar su obra a la pantalla antes de su muerte) está bien aprovechada por el coreógrafo y director teatral Rob Marshall para debutar como director cinematográfico y crear un espectáculo soberbio. En cuanto al guión, "Chicago" es una comedia con tintes policíacos, con dos mujeres encarceladas por asesinato que tratan de ganar los favores del mejor abogado de la ciudad. Renée Zellwegger es la chica que mata a su amante por un engaño: el tipo le promete una gloria que no existe sólo por acostarse con ella. Catherine Zeta-Jones sí vive en esa gloria, es la máxima estrella de la ciudad, hasta que asesina a su hermana y a su marido por un asunto de cuernos. Richard Gere es el abogado charlatán y presuntuoso, especialista en sacar de la cárcel a damiselas que han caído en desgracia. Con una lujosa ambientación de los años 20, "Chicago" posee algunos temas que, curiosamente, siguen siendo muy actuales, como el juego de la abogacía en Estados Unidos (no importa si eres inocente, te pudrirás en la cárcel si no tienes dinero para una buena defensa), o la manipulación que existe en los medios de comunicación y la forma de conseguir la fama: cómo fabricar una buena historia para salir en los periódicos o incluso inventarse un embarazo para llamar la atención (más de una lo ha hecho en la actualidad para sacar tajada en programas tomboleros). La historia es divertida y posee un ritmo trepidante, a veces incluso endiablado, con una buena galería de personajes secundarios, como ese marido resignado y bonachón que interpreta John C. Reilly (magnífico secundario al que también podemos ver en "Gangs of New York" y "Las horas"), o la excelente Queen Latifah como guardiana de la prisión. Incluso aparece Lucy Liu (una de los Ángeles de Charlie) en un breve papel. "Chicago" es un producto brillante, una película que deslumbra constantemente, con todas sus piezas perfectamente engarzadas, un engranaje que funciona como un reloj y que apenas da respiro al espectador. Definitivamente, el musical no ha muerto del todo, no mientras tengamos películas como esta
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